domingo, 13 de noviembre de 2011

Ocio en Corea (4D, primera parte)



Domingo, 13 de noviembre 2011

Buenos días mamá:

Estoy en GB. Acabo de llegar (10:00 AM), Ciro se ha quedado durmiendo un rato más. No hay forma. Yo no puedo dormir en este país, me debo estar haciendo mayor. Los cánticos matinales y diarios a las siete de la mañana tampoco ayudan.

Hoy toca comentario sobre la aventura de ir al cine en Seúl. El otro día, desde el autobús al countryside, intenté contar nuestra primera experiencia. Con tanto sobresalto fue imposible. Empecé diciendo lo que nos había costado localizar los multicines. Aunque pasamos todos los días por delante para ir al metro, solo veíamos un café.

De verdad, aquí todo lo hacen a lo grande y en grandes cantidades, a pesar de que Santiago sostenga que las cifras grandes se les escapan. Empezando por la moneda. Cien won equivale aproximadamente a diez de nuestras antiguas pesetas. Te puedes imaginar las cifras que hay que manejar para pagar, por ejemplo, la residencia (bastantes ceros).


Yo no era consciente, padezco el síndrome cifra grande o quizá me hay vuelto una rata. Nos hemos acostumbrado tanto al euro que cuando algo cuesta 1.000 won (100 pts.) o 10.000 won (1.000 pts.) me parece más caro de lo que en realidad es. Me voy por las ramas…
Estaba en las grandes cantidades. Cuando apuestan por algo no se andan con remilgos. No sé en qué momento se puso de moda la bollería francesa pero, en Seúl, las panaderías/pastelerías están por todas partes. El amor al bollo necesita compañía, por lo que los cafés inundan también esta ciudad, al menos en las zonas más populares. Los hay de todos los tipos y colores: Tous Le Jours, Paris Croissant, Paris Baguette, Caffé Benne, Hollys Coffee, The Coffee Bean, Tom n Toms Coffee, Coffine Gurunaru, etc.. . Suelen ser franquicias y bastante caros. Algo curioso, Starbucks no tiene el monopolio. De hecho, GB es también una cadena... Me he centrado en los cafés pero se aplica a cualquier cosa: telefonía móvil, cosmética, establecimientos alimenticios, restaurantes... Todo, mucho y muy repetido. Grande.
 



Bien, pues el escaparate de los cines es un café, “ATwosome Place”. Un día, en nuestro periplo de búsqueda de cafés, entramos y descubrimos los cines. La semana pasada fuimos por primera vez. Fue una auténtica lección de Lost in Translation.
Tuve la gran idea de sacar las entradas con la maquina en lugar de con el ser humano. Nuestra experiencia aquí, me decía que seguro que ese lenguaje era bastante más comprensible para nosotros. Además ya teníamos algo de práctica con los cajeros. A pesar de que algunos cajeros tienen una opción en inglés, el último paso, “aceptar” o “cancelar” está en coreano. Después de muchos intentos hemos aprendido que (seguro que los rojillos no olvidan este dato) el botón situado a la:


Izquierda: SI/aceptar
Derecha: NO/cancelar

Al principio todo iba bastante bien, al margen de algún problemilla, seleccionamos la película "In time" (el título original, por supuesto, lo he mirado en internet) del actor/músico Justin Timberlake; elegimos la sala (solo había una, pero con dos precios diferentes, desconocemos el motivo) y, los asientos. Todo bastante fácil guiados por el mundo icónico.

Ya se había formado una pequeña fila detrás de nosotros (6-8 personas, siempre en parejas, chico/chica. En Corea estás perdido si eres soltero/a). Por cierto, no entiendo el atractivo del protagonista de la película, pero algo debe tener por que ha estado con TODAS, excepto con Penélope Cruz (al menos, que sepamos).

Ilusos de nosotros, al terminar de elegir todo eso, pensábamos que lo más complicado estaba hecho. El drama comenzó en el momento de abonar las entradas. En primer lugar, nos apareció una pantallita con todo tipo de combinaciones de comida. Ahora entiendo por qué los llaman "combos". No cuento todos los detalles pero no había forma de pasar de pantalla. Al final, después de reiniciar el proceso, al menos, tres veces, conseguimos llegar a la pantalla de pagar. Lo sabemos por la imagen de una tarjeta de crédito insertada en una ranura. Para cuando conseguimos llegar allí, la cola detrás de nosotros comenzaba a alargarse peligrosamente.

Ciro estaba muerto de vergüenza y el rictus de su cara se transformaba. Estaba muy tenso. Yo no hacia otra cosa que dar a botones e intentar introducir mi tarjeta en la ranura correspondiente.  
La máquina solicitaba algo, parecía que debíamos introducir el número secreto de la tarjeta. Lo intenté numerosas veces pero ahí no pasaba nada. Volvía a empezar, a lo mejor en metálico había más suerte, pulse todos los botones. Pero, nada. La máquina seguía sin responder. Ciro estaba al borde del desmayo, él tenía visión trasera y veía lo que pasaba detrás de nosotros. Yo estaba tan concentrada mirando la pantalla que me importaba un bledo que tuviesen que esperar y que la cola se alargase hasta la calle. La posibilidad de que alguien se acercará a ayudar no fue contemplada por ningún amable coreano de la fila. Pero a Ciro le pudo la tensión y rogó ayuda (casi se pone de rodillas) justo a la pareja de atrás. El chico accedió algo dubitativo. La máquina solicitaba mi fecha de nacimiento!!!!! Pero como iba yo a imaginar, que para sacar unas entradas con una tarjeta de crédito, tuviera que introducir mi edad!
En cualquier caso ya estábamos en el segundo nivel del juego. Ahora solo quedaba ver la película. Habíamos sacado las entradas para una sesión que empezaba un poco más tarde.


Me voy de GB, esto parece el metro. Está hasta la bandera, voy a ver si encuentro otro de estos cafés donde pueda fumar mientras sigo el relato.



No te puedes imaginar cómo estoy en estos momentos. Tumbada en una chaise longue, con un cristalera de dos metros y medio frente a mí, vista urbana (de las que me gustan) dándome el sol en la cara (un poco de refilón para que no sea muy molesto), con un café mocha, tabaco y vaso de agua. Esto es un lujo de domingo por la mañana. Acabo de escribir a Ciro para que se venga, tenía que dibujar alguna cosita para la reforma. Espero que se anime. Hay wi-fi, claro está.

Llegamos un poco antes de que empezase la película, por precaución. Los cines están organizados como todo en Seúl. Edificio de siete plantas, incluidos los sótanos y en cada planta uno o dos auditorios. La planta baja o calle en Corea siempre es la número 1, y los sótanos se llaman B1-B2-B3 … por ”basement”, I guess. No teníamos ni idea de cuál era nuestra planta, ni el cine. Te imaginarás que en la entrada, es más bien un ticket de compra, todo estaba en coreano y no había forma de entender nada. Los números, gracias a Dios, se reconocen en cualquier idioma; siempre y cuando se escriban en cifras. Pero, en este cine había muchas jerarquías de números: película, sala, piso, fila de asiento y número de asiento. Había que apostar por uno de ellos. Como vimos un 3 al principio del ticket, fuimos a la planta tercera que solo tenía un auditorio, el 7. Evidentemente, nos equivocamos. Preguntamos a un chico si estábamos en el sitio adecuado y nos dijo que no. El problema es que nos ayudó limitándose a decir una sola palabra: “one”. Estábamos casi, casi como al principio, no sabíamos si se refería al piso, película o auditorio. La película número uno estaba en la planta sexta y la sala número uno estaba en la planta primera. Volvimos a apostar y presionamos la flecha de subida del ascensor. Error. El chico nos había visto y nos hizo un gesto de bajar en lugar de subir. Nos acercábamos lentamente al final, ya sabíamos en que sala se proyectaba la película. Siguiente nivel de juego.

El tercer nivel de juego era el más fácil. Sentarnos en los asientos correctos. Como habíamos elegido los asientos en un plano, sabíamos perfectamente donde sentarnos. Las entradas se entregan en el acceso de la sala a una señorita y en coreano dice algo, supongo que será: hola, derecha, izquierda, arriba o abajo. Nosotros ya estamos a acostumbrados a oír esa música de fondo. Todo el mundo habla y nosotros a lo nuestro, ese nivel no era problema.


Acaba de llegar Ciro. Le voy a pedir que me haga unas fotos para subirlas al blog. Tienes qe ver lo cómoda que estoy.

En España, cuando compras una entrada, el planito para escoger los asientos, sitúa la pantalla del cine en la zona inferior de la imagen. En Corea está al revés, la pantalla aparece en la zona superior. Y ese fue el motivo de volvernos a equivocar. Nos habíamos sentados en la fila correcta pero en la izquierda, en lugar de la derecha. Tras haber dejado todos nuestros abrigos, bolso, mochila, palomitas y coca-colas, estar totalmente instalados, apareció un grupo de coreanos para recordarnos nuestro décimo octavo error. Cogimos todo de nuevo (nos movemos con bastantes cosas), atravesamos todo el cine, bajo las miradas de numerosos coreanos (estaba lleno) y nos sentamos en el sitio correcto. Vimos la película.

Como ha quedado un poco largo, no voy a comentar demasiados sobre la película: idea original, muy original e historia desastrosa. Pero solo por la idea, merece la pena ir a verla.

Creo que voy a pasarme a hacer un par de fotos por el cine. Esta entrada hay que documentarla.

Un abrazo

María

2 comentarios:

  1. Pedazo de aventura lo del cine... esas son las cosa que hacen Seúl emocionante, lo que ves no es lo que parece, y nada es obvio.

    Ya que lo comentas, por alusiones, termino mi rollo numérico. El problema de las cifras grandes es de expresión, no de concepto. De hecho el problema es que ¡nuestros números son demasiado pequeños para ellos!
    Y nuestra numeración larga, fárragosa y liosa.

    El sistema chino es decimal, como el nuestro, afortunadamente. Hasta los millares no hay problema, tienen sus decenas, centenas y millares. Pero a partir de ahí empiezan los problemas. En occidente, la unidad para los números grandes es el millar. Por eso de pequeños nos acostumbran a separar los ceros de tres en tres, con lo cual nuestras referencias son el millar, millón, millar de millones, billón (con permiso de USA), etc.

    En la esfera china, la unidad para números grandes es la decena de millar, que ellos llaman (igual en los tres idiomas) "man". Si escucháis una conversación en el banco, casi siempre oiréis "man" por aquí, "man" por allá. Así que ellos están acostumbrados a separar los ceros de cuatro en cuatro. La unidad siguiente al "man" es el "ok" u "oku" en japonés, que serían 8 ceros (centenar de millones). Esta ya la oiréis menos en el banco, a no ser que tengáis una economía muy boyante. La siguiente sería el "cho", con doce ceros (nuestro querido billón). En la práctica es muy eficiente para manejar cifras grandes. Mirad la tabla de abajo.

    Aún estando acostumbrado, en ocasiones es muy resbaladizo a la hora de traducirlo a nuestro sistema de millares. Peligroso, como os contaba.... buen ejercicio para practicar con las potencias de diez.

    10.000 diez mil = 1 man (1.0000 unidades)
    100.000 cien mil = 10 man
    1.000.000 un millón = 100 man
    10.000.000 diez millones = 1000 man

    100.000.000 cien millones = man man = 1 Oku (1.0000.0000)
    1.000.000.000 mil millones = 10 oku
    10.000.000.000 diez mil millones = 100 oku
    100.000.000.000 cien mil millones = 1000 oku

    1.000.000.000.000 billón = man man man = 1 cho (1.0000.0000.0000)

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  2. Por alusiones, y más vale tarde (en la selva de Irati sin cobertura y en Francia con cobertura pero sin red de datos), he de decir: ¿¡¡DÓNDE VA A PARAR!!?? Tener las medidas y el tipazo de vaso de tubo; estilizado, esbelto, fino y elegante, o parecer un vaso de SIDRA!! Que, como su propio nombre indica, está hecho especialmente para escanciar y contener S-I-D-R-A, habiendo sido fabricado deliberadamente para cumplir ese cometido, ancho, tapón, botijil, enooorme.
    La única razón convincente que he escuchado para intentar justificar el estropear los Cubalibres agüándolos con docenas de cubitos de hielo en semejante recipiente, me la dio un vasco que alegaba tenerla tan grande y larga (la nariz) que si la bebida estaba en vaso de tubo, colisionaba repetida e irremediablemente con el contorno del mismo, viéndose obligado a inclinar la cabeza elevando la barbilla para poder beber, provocando el consecuente deslizamiento fatal del líquido por la comisura de la boca. Claro está, que el sujeto era un naricísimo infinito, muchísima nariz, nariz tan fiera como la que inspiró el soneto “a una nariz” dedicado.
    Si, entonces, cierto es que el uso del vaso ancho nació en un txoko de Bermeo, entiendo y admito que, como el mus, se haya extendido por todo el planeta de forma que hasta lo usan los chatos y chatas del foro que no lo necesitan pero, aún así...y aunque me quede sola con el codo apoyado en un bar de Tudela, defiendo y reivindico el bacardí&cola en cilindro de vidrio de 65±5 mm de diámetro y 160 ±5 de generatriz.

    Por último, entiendo la unificación de la medida propuesta por los coreanos aunque al respecto del mitin político y en términos ABSOLUTOS, me declaro… ADIMENSIONAL.
    1 oku besos
    Esther

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