martes, 22 de noviembre de 2011

Han River

Martes, 22 de Noviembre 2011



Querida Mamá:
Lo malo de comprometerte con algo es que después debes cumplirlo.
Tengo que acabar el relato de nuestro pasado sábado. El segundo y tercer acto. Las cosas aquí ocurren a tanta velocidad que ya el sábado está casi obsoleto. Pero intentaré hacer un esfuerzo.

La gran pecera está muy cerca de uno de los puntos donde se cogen los ferris para visitar el río Han. La idea original de Ciro era, una vez visitado el mercado de pescado, ir andando para coger uno de los barcos.


Salimos de la pecera por la parte trasera, la de acceso de vehículos y topamos directamente con la autopista. En el mapa, nuestro destino, una pequeña isla en la orilla norte del río, y el mercado están muy próximos. Además se aprecian bastantes conexiones entre una zona y otra. Pero, en realidad se trata de una encrucijada. Estábamos atrapados entre la autopista, vías de tren/metro y uno de los canales del río. (Si ya decía yo que estabamos en una gran jaula). No localizábamos ningún puente o acceso peatonal que nos permitiese pasar al otro lado. Ciro con el mapa en la mano (es como su segunda piel) preguntó a un chico como acceder al “otro lado”. El chico le dijo que la única manera de pasar era en coche, es decir, en taxi. Los taxis en Seúl son baratísimos. Ciro, como es terco como una mula, estaba convencido que debía haber alguna manera de pasar andando. Seguía investigando el mapa cuando otro coreano se acercó para preguntarnos si necesitábamos ayuda. La respuesta fue exactamente la misma: Taxi. Así es que decidimos coger el metro para llegar hasta allí. Da un poco de vuelta pero no había otra posibilidad. Lo del taxi lo desechamos ya que nos resultaba complicado parar un taxi en mitad de una autopista.

Al fondo los cuarto de baños. ¿ A qué son chulos?

En el metro de Seúl te encuentras a menudo con puestos de ropa. Son bastante baratos. En uno de los trasbordos nos compramos un gorro por 100 pts. Nos veréis en las fotos, ya que ese mismo día nos lo pusimos. Yo, además del gorro, compré una imitación de las botas australianas UGGS, esas que estaban de moda hace más de tres años en Nueva York. Son una monada y muy calentitas. Desde entonces, no me las quito. Pero lo mejor de todo es lo que me costaron: 2000 pts. frente a las 25.000 de las verdaderas. Es muy probable que me compre otras de otro color (negras), las quería negras pero no había de mi número. Al final, marrón oscuro.

Después de estos parones consumistas llegamos a Yeouido, isla que nos permitía coger el Ferri. El plan era llegar  por el río Han hasta Jamsil  (al Este de nuestra posición), otro punto de desembarco de los ferris, al lado del Olympic Park y el Oympic Stadium de nuestro amigo Kim. Las orillas del Han River están totalmente habilitadas para la “vida bucólica” al aire libre. Kilómetros y kilómetros de parque, zonas verdes, vegetación, árrboles, campos de deportes, gimnasios, tenderetes, seven elevens o similares y muchos cuartos de baño prefabricados. Por cierto, con un diseño que no estaba nada mal.

La boca de metro está apenas a cincuenta metros de las taquillas de los “barcos públicos”. Al llegar, estaban colgados los horarios de todo el tráfico náutico de la zona. El que nosotros queríamos coger, acababa de salir hacía media hora y solo hay uno al día. Nuestro gozo en un pozo. Ciro estaba muy disgustado ya que su plan se había trastocado. Los pececitos nos habían abierto el apetitito. Por lo que decidimos tomar algo en el primer sitio que encontrásemos antes de tomar una decisión sobre nuestro futuro más inmediato.


El día y la hora eran perfectas para dar un paseo por el río, el próximo barco zarpaba a las 15:30 (ida y vuelta al mismo sitio) y teníamos dos horas por delante en esa isla. Durante el corto trayecto del metro a la venta de tickets divisamos un sitio para alquilar bicicletas y nos cruzamos con una pareja de enamorados que circulaba en un tándem naranja. Ciro sugirió alquilar una bici para hacer tiempo. Yo estaba un poco indecisa pero al final me animé. Alquilamos una bicicleta para los dos y nos fuimos a explorar la isla. Fue bastante divertido, Ciro iba delante dirigiendo y yo detrás. Es una sensación muy extraña eso de no llevar el control, de vez en cuando mola. Como la bici tenía cesta dejamos mi bolso y me puse la mochila a la espalda. Tenía una mano libre para grabar con la cámara de Ciro, lo de hacer fotos era un poco complicado. Grabé aunque la calidad de lo grabado debe ser lamentable. Se me cansa un montón el brazo. Dimos una vuelta completa a la isla y fuimos parando en algunos puntos, yo para fumar y Ciro para divisar el paisaje. En una de nuestras paradas, un japonés (suponemos) nos pidió que le hiciésemos una foto. A cambio le pedimos que nos hiciera una a nosotros. La cuelgo en blog, es la única en la que salimos los dos juntos.

Llegamos por los pelos a coger el barco. Tenía dos pisos, la cubierta al aire libre y la planta baja (no sé cómo se dice en vocabulario náutico) estaba cubierta. El area resguardada estaba llena de orientales bebiendo y comiendo. Creo que era un tour organizado ya que durante la navegación hubo espectáculo de magia en directo. Como gusta lo de la magia en este país. Nosotros nos fuimos directamente arriba, había bastantes occidentales, tres o cuatro. Empezaba a hacer bastante rasca pero la luz era perfecta. Todavía no había empezado a atardecer.

No recorrimos demasiado trayecto pero suficiente para ver tres o cuatro puentes y una parte de ambas orillas de la ciudad. Lo de los puentes aquí es casi, casi, como las universidades. El río es anchísimo y enorme pero hay bastantes puentes que lo atraviesan. Y lo más interesante es que durante la guerra de Corea, fueron destruidos y han sido reconstruidos todos y alguno más en los últimos años.* Mientras hacíamos fotos como unos locos, un altavoz nos contaba en INGLES la historia de cada uno de los puentes por los que pasábamos.


Hicimos fenomenal en hacer la visita ese día, las temperaturas han bajado y ahora debe ser un infierno un paseíto por el Han River.

Un abrazo
María

* Ciro me informa que la guerra de Corea finalizó en 1958 y que sólo existía un puente. Es decir, solo se destruyo uno. El resto son de nueva construcción.

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