Poco a poco (los coreanos) se van destapando

miércoles, 5 de octubre 2011



Ciro en nuestro nuevo despacho



Querida mama:

Te escribo desde nuestro nuevo despacho 10507-SKAi (Sungkyun Architecture Institute Data Lab). Realmente es el despacho del profesor Kim Young-Sub (ayer escribí mal el nombre y os di el de un estudiante que también se llama Kim) al que yo todavía no conozco. Aquí todos se llaman Kim algo, así es que intento escribir el apellido siempre que puedo para intentar memorizarlo.  El despacho está fenomenal, está lleno de libros de arquitectura y parte de su colección de vinilos. En la puerta de al lado está su estudio donde trabajan siete estudiantes ya graduados. Ciro está un poco triste ya que él prefería estar en la zona común con todos ellos. A mí me da un poco igual aunque pensándolo mejor,  creo que prefiero estar un poco aislada para trabajar a mis anchas.

Todos los coreanos aparentemente son muy amables pero nos estamos dando cuenta que cuando se les pide cualquier cosa pasan olímpicamente.  No ha habido forma de conseguir un carnet que acredite que somos profesores de intercambio durante tres meses. Tampoco hemos conseguido que nos den acceso a la red Wi-Fi de la universidad de manera oficial. El pobre Ian Lee (un nombre bastante occidental), responsable de todo el tema internacional, nos ha metido su usuario y su clave para que dejásemos de dar problemas.  Por ahora,  aparte de Ian y  uno de los conserjes de la residencia (que lleva cuatro años aprendiendo inglés por su cuenta) todo el mundo sonríe pero a la hora de ayudar, bastante poco.   Además existe el pequeño hándicap de la vergüenza. Todo les da vergüenza, sobre todo a  las chicas. No hacen más que reírse con la mano en la boca como si fueran tontas. Probablemente de todos los aspectos culturales diferentes, ese es el que más me incomoda. El otro día, cuando me quedé en clase con mis alumnos, les pedí por favor, que fueran presentándose para conocernos. No hubo forma, estuvimos más de una hora para que dijeran su nombre y de que parte de Corea eran. Supongo que me iré acostumbrando.  

Mañana tenemos un pequeño problema con el autobús que nos lleva al campus de Suwon (el que no está en Seúl). A las 7.15 de la mañana sale el autobús exclusivo para profesores con un chofer que solo habla coreano y que no te deja pasar si no te conoce. Vamos a intentar que nos hagan un papel en coreano que explique nuestra situación. Por lo visto, los autobuses de alumnos a esas horas van completamente llenos. En último caso, iremos en metro aunque tarda una hora y media en llegar.  

A la hora de comer hemos hecho un intento de ir al comedor de la universidad. En la sexta planta de nuestro edificio (600 Centenary Building) hay una cafetería/comedor llamada Faculty Club. Hemos entrado y como siempre la señorita de la caja nos ha sonreído en todas las direcciones. No obstante, no teníamos ni idea de que comer, como pedirlo, como pagar etc… ya que la comida no estaba a la vista y se supone que es Self Service. Con lo que nos hemos dado la vuelta con todo tipo de sonrisas y nos hemos ido a otro sitio un poco más accesible. En nuestro periplo culinario hemos topado con una “fiesta al aire libre” con toro mecánico,  columpio de giro de 360º y carrera para comerse una crema naranja. No tengo ni idea de que ingredientes llevaba pero pondría la mano en el fuego a que lleva el dichoso Gimchi (toda, absolutamente toda la comida en este país es roja o tiende al rojo). Estos chicos nunca acabaran de sorprenderme.

Me voy a poner a trabajar en la primera de nuestras conferencias. Seguro que te mando el guión en inglés para que lo revises.

Un abrazo

María

Pd. Aunque mi tono de este correo sea un poco más crítico sigo igual de encantada con esta ciudad.