miércoles, 26 de octubre de 2011

Coreografía culinaria

Miércoles, 26 de octubre 2011



















Querida mamá:

Ayer cenamos de lujo, y sobre todo, mucho.

A las 18.30 nos pasó a buscar el profesor Kim por el despacho. Santiago nos esperaba en el restaurante y con muy buen criterio nos había avisado de ir con bastante hambre. No tardamos demasiado con lo que debe estar bastante cerca de la universidad. Era un restaurante tradicional coreano, prácticamente todo de madera con varios reservados. Nosotros cenamos en uno de ellos. En principio iba a venir la mujer del Professor Kim (la reserva era para cinco), pero está tan liada con la boda de su hija que no vino. Después de cenar la conocimos.

Aunque había carta sobre la mesa, el profesor se ocupó de pedir por nosotros. Había encargado vino español, un Vega Sicilia del 2005. Le debió costar más que toda la cena (aproximadamente 50 euros el cubierto, para Corea es caro). Por supuesto, no había agua que es sustituida por un té de cebada. Esta vez, decidí no pedir y dedicarme al vino.

La comida en Corea es como una ceremonia y tiene sus códigos. La comida está muy elaborada (seguro que Adrià ha estado en Corea y ha aprendido alguna cosa), comen todo tipo de productos aunque la base es la verdura, en distintos recipientes con formas variadas (plato, taza, bowl, vaso, platito, tacita, vasito), todos los colores imaginables excepto el azul (confirma mi teoría de que no hay comida azul), texturas diferentes y siempre en pequeñas cantidades. Contado así puede sonar un poco raro, pero es como jugar a las comiditas. La presentación es impecable, es como un cuadro donde composición o estructura también es importante. Hay dos tipologías de platos:

  • Comunes y en el centro: Platos en el centro de la mesa y cada uno se sirve la cantidad que quiere. En esta ocasión y para mayor comodidad de todos, los camareros se encargaban de repartir todo lo del centro en cuatro. Estos platos normalmente están acompañados de su salsa correspondiente que se sirve en otro pequeño recipiente.
  • Individuales y en los extremos: té, otros líquidos, sopas, salsas, ensalada (aunque también hay ensaladas que van al centro) y arroz.
El “set” individual está compuesto también de un mini receptáculo con tres gotas de salsa de soja. Este es el elemento fundamental y marca el carácter de la comida. Los aristócratas al llegar a una casa deben mojar y probar la salsa para dar su aprobación. La calidad se mide de acuerdo a la escala sonora emitida. Sí, sí, el coreano debe hacer ruido al comer, sobre todo, al absorber líquidos, incluido el café. Es una norma de educación. Con bastante sentido del humor el profesor nos contó cómo su abuela le explicaba que en el extranjero estaba terminantemente prohibido emitir ruidos. Me tranquilaza aunque no sé si llegaré a acostumbrarme.

Los movimientos y las variaciones de la comida son constantes. Cada cinco minutos hay algún alimento nuevo en la mesa. Después de un tiempo razonable cambian el plato principal en el que se come (en esa ocasión era grande, blanco y cuadrado) por otro limpio. Los cubiertos, prefiero llamarles ayudantes, no se cambian entre plato y plato; sería misión completamente imposible. Se utilizan dos ayudantes: la cuchara para la sopa y arroz y los palillos para el resto. El cuchillo no existe y a veces es un pequeño problema (al menos, para mi). La carne o cualquier cosa que tenga un tamaño considerable se corta con la boca. Tampoco me acostumbró a esta a imagen, un poco primitiva y antítesis de la sofisticación visual antes mencionada. Los palillos son metálicos (a diferencia de Japón o China) y según nos explicó el profesor, el origen está en el veneno. Existían muchos envenenamientos y en la plata queda el rastro del delito.


Después de las primeras diez tandas de relevos (los camareros se mueven, se multiplican y cambian, tiene también algo de ballet) yo ya estaba completamente agotada. Era mucha tensión saber cómo se come cada cosa, me sentía un poco Julia Roberts en Pretty Woman. Habíamos tomado ensaladas (varias), cerdo, sopas (varias), una col gigante rellena de miles de cosas (este es el súper kimchi, que no podía faltar), noodles, atún, minicreps, etc… Para mi sorpresa, casi muero en ese instante, eso solo habían sido los aperitivos. No había forma de dejar nada ya que como he dicho antes, nos servían pequeñas raciones individuales. Menos mal que el Kimchi se quedó en el centro. Ciro, por el contario, no hacía más que comer. Con eso de que es comida muy sana, está convencido que no va a engordar… Tras la obertura, el entreacto. Una sopa para gestionar el cambio, unos langostinos gigantes cubiertos de pepino en tiritas y una especie de osobuco. Y el acto final o main dish consistió en superbowl de arroz morado con verduras. Este último plato pudo conmigo, no porque estuviera malo, pero mi cuerpo no podía recibir más cantidad de información (lo dejé todo). Debo citar también el postre, sopa dulce de alguna fruta y fruta troceada variada.

La botella de Vega Sicilia se acabó hacia la mitad de la comida. Probamos dos vinos coreanos. Uno suave y rosa, el manzanares como lo llamaba el profesor Kim, de manzana y otro “strong” (41 grados aunque los hay hasta 70º) transparente y que Ciro le encontró el punto.

Bien, este es el menú M (Medium). No quiero ni pensar lo que puede ser el tamaño L o XL.

Tras la cena, fuimos a casa del Professor a conocerla, es una casa tradicional coreana. El relato de esta segunda parte lo cuento en un segundo correo. Hay mucho dato nuevo.

Un abrazo

María


 Pd. Esto es muy fuerte!!!! Acabo de ir a fumar un cigarro a una salita que hay en la planta 5. Que exista una salita para fumar es estupendo. El único inconveniente es que está al lado de cuarto de baños de tíos, tras la puerta donde dice “men” gráficamente. Es como la antesala o vestíbulo. Debo ser la única tía que entra ahí y me miran bastante mal pero me da igual, miro por la ventana y me pongo de espaldas al acceso estricto del cuarto de baño. Mandaré foto ya que es un espacio curioso. Por supuesto, el cuarto de baño de tías no tiene salita. No sé si te lo había dicho, pero es una sociedad muy muy machista. Bueno, estábamos Ciro y yo fumando cuando ha entrado un chico joven a fumar. Se ha puesto a un metro de nosotros sin saludar ni mediar palabra. El cenicero es una ensaladera de aluminio que está en la ventana. No debía estar cómodo y se ha fumado el cigarrillo a toda pastilla. Se ha acercado al cenicero, yo estaba justo al lado, ha apagado el cigarrillo y por si quedaba alguna duda, ha tirado un pequeño escupitajo sobre él. Qué horror!!!! Creo que voy a dejar de fumar

1 comentario:

  1. Mucha universidad y mucha arquitectura pero a mi me da la impresión de que, básicamente, estais todo el día poniéndoos las botas todo el día...!!
    Abrazos
    ML

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